jueves, 15 de septiembre de 2016

Asamblea ordinaria - Julio Fajardo Herrero


Asamblea ordinaria, Julio Fajardo Herrero, Libros del Asteroide, 2016, 215 págs., 17€. 
Desde hace unos años son muchas las voces que piden, o incluso exigen, una novela que retrate la crisis económica que viene sufriendo España desde 2008. Una primera y notable aproximación al tema fue Yo, precario (2013) de Javier López Menacho, aunque se trató de un libro con un componente más autobiográfico y más cercano a la crónica que a la ficción. Con Asamblea ordinaria sí que tenemos esa novela sobre esta reciente etapa histórica que tantos demandaban.
Julio Fajardo huye de los análisis sociológicos o macroeconómicos para explicar la crisis, algo que excedería sus capacidades como narrador, y se centra en historias pequeñas, pero a la vez representativas del nuevo contexto creado por la pérdida masiva de empleos. Trenza en  el libro tres relatos diferentes, tanto espacial como discursivamente, pero que se complementan perfectamente para crear un fresco que, sin tener una pretensión globalizadora, alcanza a retratar situaciones que todos reconocemos con facilidad. Además del hecho de que lo que les ocurre a los protagonistas son situaciones cotidianas, la casi ausencia de nombres logra que el libro posea un carácter global.
Una de estas tres historias, que tienen un peso equilibrado y que se van sucediendo durante todo el libro, es la de un treintañero que le escribe en segunda persona al dueño de la empresa en la que trabajaba. En un texto cargado de ironía, el joven retrata perfectamente un perfil muy habitual en los tiempos de bonanza económica: el jefe pijo pero moderno, que esconde tras su oficina de diseño, su ropa desenfadada y su palabrería la misma obsesión por el dinero y el mismo desprecio por sus empleados que los empresarios más rancios. Además, el narrador cuenta las distintas etapas que sufrió su consideración hacia su jefe: desde idolatrarlo y sentirse atraído por él  hasta comprobar su cinismo cuando tiene que despedir a sus jóvenes empleados.
Muy diferente es la historia que está narrada en primera persona y que mediante la voz de una mujer de mediana edad cuenta el desmoronamiento de su matrimonio, tras quedar su marido en el paro. A los problemas habituales en esta situación, se une la incomprensión de ella hacia el repentino activismo político que surge en el esposo. Aunque no se nombra, podemos identificar el partido como Podemos; la narradora, por su experiencia personal, es muy crítica con los intereses  de los militantes, que identifica más con el deseo de medrar que con el de cambiar la sociedad.
La tercera trama relata uno de esos pequeños conflictos familiares que la crisis provocó y que no ocuparon los noticiarios: un joven, que ha malgastado el dinero mientras tenía trabajo, vuelve a casa de sus padres al quedarse en paro y acaba, finalmente, en la de su tía viuda. Aunque es interesante la evolución de la relación entre ambos, y el choque generacional que se produce, se trata de la historia menos atractiva de las tres, quizás porque el uso de la tercera persona en la narración no favorezca tanto la empatía. Sin embargo, posee un capítulo final, con el que también se cierra el libro, que se encuentra entre lo mejor de este estupendo tríptico sobre las consecuencias íntimas de la crisis que es Asamblea ordinaria

Reseña publicada en El Noroeste


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