lunes, 16 de febrero de 2015

Bienvenidos a Incaland - David Roas




Bienvenidos a Incaland, David Roas, Páginas de Espuma, 2014, 138 págs., 15€.

Dicen que la mejor manera de conocer un país es visitarlo con algún nativo, o bien, hacerlo en solitario para poder interactuar con la gente del lugar. Esta regla no escrita del perfecto viajero sigue David Roas en su último libro, Bienvenidos a Incaland, una crónica de su estancia en Perú.  Así, en la primera parte del volumen se deja acompañar por amigos peruanos que lo guían por Lima; mientras que en la segunda viaja en soledad a Cusco, la antigua capital del imperio inca.
En la sección limeña del libro, el narrador se topa con las particularidades de la vida en el Perú, esencialmente con su gastronomía y con su tráfico. Con el tono entre delirante y sarcástico que destila todo el volumen, asistimos a la demencial, desde el punto de vista europeo, danza de coches, furgonetas y autobuses que hacen de cualquier trayecto por Lima una suerte de ruleta rusa. Los amigos peruanos preparan al visitante una peculiar ruta turística que los llevará a visitar más bares que museos, aunque será en uno de ellos donde perpetren el robo de la máquina de escribir de Mario Vargas Llosa. Esta gamberrada derivará, gracias al efecto del alcohol, en una alucinada aventura que convertirá al Nobel peruano en el protagonista de El Padrino y de Pulp Fiction. La primera parte se completa con un capítulo en el que el narrador se pierde en un barrio limeño y con varios textos breves, titulados “Idiosincrasias limeñas”, que quizás desentonen con el resto.
En la segunda parte del libro, Roas nos narra su estancia en solitario en la ciudad de Cusco. Se trata éste de un enclave eminentemente turístico en el que hordas de visitantes extranjeros buscan la esencia del Perú inca y colonial. La pluma del narrador barcelonés se muestra aquí mucho más acerada que en la primera sección del libro y las páginas están repletas de un sarcasmo que ya encontrábamos en obras anteriores de Roas, como en su novela La estrategia del koala. Además de las críticas a la Iglesia y a la conquista española, los principales dardos van contra los turistas, especialmente norteamericanos, que pululan en torno a la Plaza de Armas cusqueña. Estos visitantes deambulan por el centro de la ciudad como si de zombis se tratara, así los retrata Roas, comprando compulsivamente y vistiendo ridículos chullos (gorros andinos). El protagonista se empeña en marcar continuamente las distancias con estos idiotizados visitantes, pero no siempre lo conseguirá y sufrirá la obstinada persecución de una niña que le reclama insistentemente un dólar por haber fotografiado a su llama.
Este parque temático en el que se ha convertido el centro de Cusco, el “Incaland” al que el título hace referencia, tiene su continuación en el famoso Machu Pichu. Tras un largo viaje en tren y una peligrosa ascensión en autobús, el narrador llega al monumento más famoso de Perú, pero allí no se produce la epifanía que tantos turistas buscan, precisamente por la masificación. Roas, descreído y harto de las aglomeraciones a esa altura del viaje, decide volver al pueblo a beber cerveza.

Se trata éste de un libro sarcástico, divertido, repleto de referencias históricas y culturales y que prende en el lector el deseo de visitar Perú, aún a riesgo de encontrarse con una llama, ese inquietante animal que acosa al autor durante buena parte de su periplo. 


domingo, 8 de febrero de 2015

Los extraños - Vicente Valero




Los extraños, Vicente Valero, Periférica, 2014, 171 págs., 16€.

Posee un valor polisémico el término que da título a esta primera novela del poeta y ensayista balear Vicente Valero. Por un lado, el vocablo “extraño” se puede entender como sinónimo de “diferente”, ya que los cuatro protagonistas poseen biografías que se salen de lo habitual en sus respectivas épocas. Pero Valero emplea durante el libro esta palabra con el sentido de “desconocido”, por ser también cuatro personas con las que tiene lazos familiares pero a los que, salvo un caso y brevemente, jamás conoció.
El hilo conductor de la obra es la reconstrucción de las biografías de cuatro familiares que vivieron vidas muy dispares, pero todas ellas caracterizadas por los vaivenes y por discurrir en diversos países. El narrador nos va presentando a cada uno de ellos por separado, pero siguiendo siempre un mismo método mediante el cual recopila información de las biografías de los protagonistas a través de cartas, fotografías, testimonios de quienes les conocieron o de visitas, en dos de los casos, a los países donde fallecieron. Es en esta repetición, que a veces se acerca a la monotonía, donde encontramos uno de los pocos aspectos negativos de una novela muy interesante y original.
El primero de esos cuatro “extraños” es quizás el menos estrafalario de todos; se trata del abuelo materno del protagonista, un militar que falleció sin llegar a la treintena tras varios años destinado en Marruecos. En su biografía destaca su cambio de vocación, de abogado a militar, y su breve amistad con el aviador y escritor francés Antoine de Saint-Exupéry. Tras su historia, se narra la del estrafalario tío Alberto; un peculiar jugador de ajedrez con numerosos tics que, tras años emigrado, vuelve a España para reencontrarse con su hermano, el padre del autor. Esta irrupción supone un pequeño terremoto familiar para los adultos, pero una fuente de diversión para el narrador y su hermana.
También el nomadismo marca la vida del tercero de los “extraños”: Carlos Cervera. Acuciado por el deseo de vivir su vida libremente, es homosexual, y, sobre todo, de dedicarse al baile profesional, abandona siendo muy joven la Ibiza familiar para recorrer los escenarios de medio mundo con desigual suerte. Llegados a este punto el lector se extraña de que en este repaso a las biografías familiares del autor apenas haya tenido peso la Guerra Civil, omnipresente en el retrato de la mayoría de las familias españolas como muchos autores han reflejado. La historia del último de los protagonistas del libro viene a llenar este vacío y a incluir a Los extraños en la amplia bibliografía sobre este conflicto. El tío abuelo del autor puede parecer parcialmente un arquetipo de las novelas de esta temática: militar republicano exiliado tras la Guerra Civil en Francia. Sin embargo, su dedicación a la teosofía y el yoga y su carácter de vegetariano lo convierte en un personaje aún más interesante.

Estos son, el ajedrecista, los dos militares y el artista, los cuatro personajes de los que se nos cuenta sus peripecias vitales. Pero, tras finalizar el libro, el lector toma conciencia de que el único protagonista es el autor y que, más que narrar cuatro biografías de otros tantos familiares, Valero hace un ejercicio de recuperación de la memoria, si no histórica, sí familiar. Lo hace para conocer mejor un pasado, una historia que completa la suya propia. 

lunes, 2 de febrero de 2015

El impostor - Javier Cercas




El impostor, Javier Cercas, Mondadori Random House, 2014, 425 págs., 23€.

Parte Javier Cercas en El impostor de un dilema moral: ¿escribir la historia de un impostor equivale a justificar sus mentiras? Él defiende que no, que su intención al contar la vida de Enric Marco, un nonagenario catalán que durante años se hizo pasar por superviviente de un campo de concentración nazi, es simplemente conocer las razones de esta impostura. Sin embargo, da la sensación durante buena parte del libro de que Cercas trata de convencernos de que no quiere en ningún caso reivindicar  la figura de Marco, quien, gracias a la repercusión de la propia obra, va a volver a la primera plana de la actualidad casi una década después de que estallara el escándalo. Es ese tono moralizante que destila a menudo el libro lo peor de una obra compleja y en cuya lectura descubrimos diversos enfoques del tema.
El primero de estos planos en los que el libro se va desdoblando sería la propia vida de Marco, que ocupa la parte central de El impostor. La biografía del protagonista es narrada por Cercas en las tres versiones que posee y que se van mezclando para crear al personaje. En primer lugar tendríamos la historia de su vida tal y como Marco la había contado hasta que un historiador demostró que era, en parte, falsa. En segundo lugar, la biografía que el impostor, ya desenmascarado, le cuenta a Cercas en las entrevistas que tienen. Pero ésta sigue teniendo lagunas o maquillaje, Marcos sigue mintiendo, por lo que el autor realiza una labor de investigación para acercarse a la tercera y definitiva versión: la verdad.
Pero tan importante como la historia de Marco, con su discutible participación en la Guerra Civil, con su papel como líder de la CNT durante la Transición y con su ascenso y posterior caída como supuesto superviviente del nazismo, es la narración de cómo el libro se fue gestando. Cercas convierte, con su acostumbrada habilidad, en material narrativo todo el proceso que lo llevó de rechazar durante años el proyecto de la biografía de Marco a escribir finalmente El impostor. Esta estructura externa del libro es interesante en la medida en la que conocemos mejor las disyuntivas del autor sobre la consideración que le merece Marco y las opiniones de otras personas cercanas al libro. En ocasiones, sin embargo, Cercas cae en la redundancia (¿hace falta enumerar dos veces los nombres de los jóvenes que nada más acabar la Guerra Civil se opusieron a los vencedores en el extrarradio de Barcelona?) e incluye algunos de los artículos que escribió cuando estalló el tema cuya pertinencia es discutible.
En ese juicio moral sobre el gran impostor que está implícito (y a veces no tanto) durante todo el libro, Marco aparece condenado, pero Cercas quiere huir de dogmatismos y logra una descripción compleja del protagonista. Si bien jamás se justifica que inventara su paso por el campo de concentración nazi de Flossenburg, el autor llega a la conclusión de que, como un Alonso Quijano moderno, Enric Marco se inventó a los cincuenta años una nueva identidad sin otra intención que ser querido, como todo narcisista, y adquirir relevancia pública. El resto, el héroe de la resistencia antifascista, el campeón de la memoria histórica, lo creamos entre todos para satisfacer nuestras propias necesidades de conocer y enaltecer una vida tan ejemplar como la que Marco inventó. 

Reseña publicada en El Noroeste.